Eugenio María de Hostos, Rafael Cordero y Molina, Ana
G. Méndez, Inés Mendoza, Concha
Meléndez, grandes educadores puertorriqueños que hicieron de la educación una
particular en nuestro país. Entre los
personajes antes mencionados, hay una figura inspiradora y de gran influencia;
un maestro con una extraordinaria trayectoria que define claramente el concepto
vocación y el hacer bien por el prójimo: el maestro Rafael Cordero y Molina.
"Yo no escribo nada en
esta vida,
porque no quiero recordar
hoy el bien que hice ayer".
Rafael Cordero y Molina
Negro nacido en San Juan, el día 24 de octubre de 1790,
hijo de los esclavos Lucas Cordero y Rita Molina. Se destacó como educador y en el plano religioso, como uno de los más
fieles siervos de Dios. Formó sus destrezas para ejercer como maestro gracias a
la educación impartida por sus padres a través de tareas y principios básicos
que se fueron enriqueciendo con información de libros prestados de un convento.
A sus veinte años, creó una escuela en su casa para impartir enseñanza primaria,
o más bien, enseñar a niños a leer, escribir, contar y no podía faltar la educación
cristiana. Desde su casa en San Juan ganaba su sustento elaborando tabacos y trabajando
como zapatero. Su mayor satisfacción residía en hacer bien a los demás, por lo
cual no esperaba remuneración por la labor que realizaba. Después de cincuenta años de instruir gratuitamente,
el gobierno de San Juan le concedió el título de Maestro con una paga de quince
dólares mensuales. Igualmente se negó a aceptar dicha paga, aunque ante la
insistencia terminó aceptándola. Parte del dinero que ganaba con la venta de
sus tabacos y luego con lo que le concedió el gobierno, regalaba a personas pobres
ropa, medias y zapatos.
Ya no era juzgado o rechazado por su color y hasta
enseñaba a los hijos de las principales familias de la capital. Reconocidos
personajes en Puerto Rico fueron a su escuela: Alejandro Tapia y Rivera, Román
Baldorioty de Castro, José Julián Acosta, entre otros.
Un 5 de junio de 1878, después de pasar varios días
enfermo en una cama, le llegó la hora de morar con el Señor. Se despidió de algunos de sus discípulos presentes y solicitó
no se abandonara a sus estudiantes, sino que se continuase la educación que
había comenzado a impartirles. Miles
de personas participaron del funeral de aquél siervo de Dios que les había enseñado más
que una simple doctrina primaria.
Rafael Cordero fue un ejemplo de excelencia, un hombre
lleno de virtudes y humildad. Más que enseñar a leer y escribir, se enfocaba en
formar el corazón del niño, enseñarle valores la importancia de hacer el bien. Fue
maestro de vocación por más de cincuenta años. El maestro Rafael dejó un gran legado
al maestro puertorriqueño, ¿Qué está
haciendo el maestro de hoy para emular las prácticas del maestro Rafael? ¿Por
qué tan digna profesión está siendo poco valorada?
Referencia:
Negrón, L. (2012) Rafael Cordero Molina: Maestro de próceres,
Siervo de Dios. Recuperado de http://www.preb.com/biog/rcordero.htmhttp://www.preb.com/biog/rcordero.htm
Maestro Rafael Cordero. Recuperado de http://maestrorafaelcordero.com/wp/
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